LO QUE NO TE MATA ¿TE HACE MÁS FUERTE?

Según el diccionario, la adicción “es el hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas o por la afición desmedida a ciertos juegos”. Que yo sepa, la última vez que compré unos zapatos no estaban considerados ni una cosa ni la otra, pero al paso que vamos, después del tabaco irá el café y acto seguido los zapatos de tacón. Ciertamente, si de lo que se trata es de ahorrarle “perras” a la seguridad social, debían haberlos prohibido antes que la marihuana.






Personalmente me quedo mucho más tranquila cuando leo que las adicciones son una mutación genética y que poco podemos hacer si nos “ha tocado la china” (me refiero al guijarro y no a los habitantes del país del sol naciente, que nada tienen los pobres que ver con mis traumas).

La verdad sea dicha, el señor de la Visa no se ha quedado muy conforme cuando le he comentado que sentía mucho haber rebasado mi límite pero que al parecer “tengo menos receptores cerebrales D2 que la media y para mi desgracia no genero suficiente dopamina, por lo que no consigo aprender de mis errores y claro está, caigo en la misma piedra dos veces.” Conclusión: mi compulsión por los zapatos caros se debe a una mutación genética. Le he dicho que no se preocupe que al final, según me ha comentado un buen amigo mío darwinista, sólo quedarán los más fuertes (y los adictos a ser adictos no estamos entre ellos).
Para más INRI los expertos aseguran que los niveles de dopamina en las mujeres cambian con el ciclo menstrual. Ahora me explico yo porque esos zapatos rojos de 500 euros que me compré hace una semana, esta mañana al abrir el armario me producían nauseas.

De todas formas, no está todo perdido. Se está poniendo mucho empeño en lograr desactivar la parte del cerebro que nos hace adictos a la nicotina. Supongo que el siguiente paso lógico será ir a por las mujeres y a por su adicción a las drogas duras: el Birkin, los Manolos, los Choo…Imagínense que podamos ir al médico y decirle: “quíteme usted la manía esta que tengo de comprar zapatos de tacón de 3000 euros pero déjeme lo de los bolsos que eso sí que es sagrao”.

Quizás entonces, LVMH, Condenast y compañía comiencen una guerra judicial contra los gobiernos, a imagen y semejanza de las tabaqueras. Aunque no creo que lo de los zapatos urja tanto porque, ¿cuál es la media de descalabros anuales a causa del tacón entre mujeres y drag-queens? Seguro que nada que ver con los 100 millones de personas que según el Instituto Pasteur, morirán a causa del tabaquismo este siglo.

La segunda acepción, ya en desuso de la palabra adicción es “asignación, entrega o adhesión”. Creo que por ahí van más los tiros. La mujeres sentimos una entrega total hacia las prendas que compramos, estamos de por vida adheridas a ellas, nos resistimos a tirarlas por muy viejas y descoloridas que estén.

Como dice mi abuela, que a sus 92 años sigue calzando tacones de aguja para ir a por el pan: “lo que no te mata, te hace más fuerte” (que se lo digan a mis pobres gemelos).

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