MIRANDO A ORIENTE




La historia de la moda reciente habla de la conquista de mundos inexplorados en dirección a occidente. Sin embargo, la difícil permanencia en el mercado norteamericano, en el que la competencia en precio y producto es feroz ha cambiado las reglas del juego, dando un giro de 180 grados.

Del otro lado del mundo, la población asiática aumenta a pasos agigantados: representa el 20% de la población mundial, y se prevé un crecimiento de un 18% en su gasto anual. Las cifras no dejan lugar a dudas: la brújula apunta hacia oriente.

La fascinación europea por oriente se percibe en la historia del arte, y se remonta incluso a la época del romanticismo. El lujo, la opulencia, el poderío y el misterio cautivaron a algunos de los diseñadores más influyentes del siglo XX, como Coco Chanel, que expresó su admiración por el nouveau monde coleccionando biombos.
Hoy en día, el ejemplo más claro de esta desmesura lo representa China, dónde el consumismo no tiene una connotación negativa ya que representa la diferenciación del estatus.
Si además tenemos en cuenta que el 41% de los japoneses compran por todo el mundo, ¿Qué nos estamos perdiendo?


Probablemente Vuitton tenga la respuesta.

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