GOSSIP GIRL: UN "FASHION SHOW"

Estoy de acuerdo con Alessandra Staley (Crítica del New York Times), Gossip Girl podría verse sin volumen y seguiría enganchándonos porque es un fashion show. Además, constituye una prueba irrefutable de que la moda es un sueño aspiracional: todos queremos pertenecer a esa alta sociedad y la forma más rápida es disfrazarse de ella.

Si a esto le sumamos que Europa quiere ser Americana (o al menos vestirse como ella y sus universitarios de Yale), la combinación Upper Side neoyorquino y extricto uniforme Ralph Lauren, garantiza la devoción a la serie.

Mario Testino fotografía a Blake Lively para la portada de febrero de la edición americana de Vogue.

Gossip Girl es uno de esos fenómenos que sobrepasan sus pretensiones, que superan con creces la edad del público para el que estaban ideados.

En parte es un "producto" parecido a Sexo en Nueva York, aunque mucho más forzado y con unos protagonistas mucho menos creíbles que Carrie, a quien ya asimilabamos comprando el pan de buena mañana sobre Manolos.

También es menos creíble en su partidismo al elegir estilismo, puesto que si otras series han sido claves para marcas como Manolo Blanhik o la moda Vintage, Gossip brilla por su apocada relación mónogama con Ralp Lauren, demasiado deliberada, especialmente en al actual temporada estadounidense.